miércoles, 29 de agosto de 2007

Tres elegidos

Pienso en tres grupos humanos de elegidos. Pienso en el judío, en el homosexual y en el artista. Los tres excecrados, perseguidos, apedreados... La masa no tolera pueblos elegidos, sexos elegidos ni mentes elegidas. Y tiene razón. Su razón es, como se dice en la filosofía clásica, razón suficiente.
Resulta en extremo curioso que tanto el judío, el homosexual como el artista no tengan reparos en sumirse en la masa, y en ser masa ellos mismos. Esta suprema aspiración, representaría el cese inmediato del terror en que viven. Ser aceptados; y más, ser olvidados; y más aún, ser el olvido mismo. De arribar a esta meta, oirían músicas celestiales.
Si la masa experimenta a estos seres como elegidos; ellos, por su parte, no se sienten como tales. Realizan demostraciones de buena voluntad, y por un momento parece que serán aceptados. Al final, siguen siendo elegidos. Eterna histroia del aceite y el vinagre encerrados en una botella.
De los tres elegidos, el judío es el más elegido. No sólo ha sido elegido por la masa, sino que ha gritado en voz alta su elección nada menos que por Dios. Es también el que más se cree ajusticiado por la masa, el más interdicto.
En grado de elección, lo sigue el artista. Aunque este elegido participa de la mente universal, tiene la infinita desgracia de presentarse como ente particular. Y para expresar a la masa, se ve obligado a ser el artista particular. No se negará, sin duda, que entre el fotógrafo y el grupo, existe una tierra de nadie.
El homosexual es, entre estos elegidos el más masivo, el que más podría asemejarse a la masa. Una capa de erotismo lo protege y en algo lo comunica con la masa, sexual y erótica ante todo. Un homosexual será, en lo posible, bien recibido, si tiene la fortuna de mostrar la parte de su erotismo que flúctua entre el sexo desenfrenado y el grotesco más crudo. Se dice que la masa heterosexual y las prostitutas adoran a los homosxuales de ese lado de la ribera.
Recuerden que siempre un pajarito acompaña al caimán o al rinoceronte. Pero no olviden que el pajarito puede ser aplastado.
Por último, cuando el judío, el artista y el homosexual se reúnen en una sola persona, se puede hablar del horror absoluto: el cordero tricéfalo.

1945