sábado, 8 de diciembre de 2007

Palma negra

Es preciso que de una vez
descubramos la palma
que tiene negro el penacho.
Nuestro muertos en su cimera
esperan ser enterrados.
Allá arriba están en sus lamentos
que el viento propaga implacable.

En la sabana todo parece verde,
pero esa plama !oh, esa palma!

A la cacería de esa palma,
la señora de la esquina,
el zapatero del barrio,
irán vestidos de verde.

Toquen el cornetín,
enfilen los perros,
revienten los caballos.

En la sabana todo parece verde,
pero esa palma !oh, esa palma!

Si no es esa, si no es aquélla,
si el zapatero del barrio
jura por todos los santos
que su perro la olfateado;
si la señora de la esquina
caracolea sin descanso
dando voces a Pedro
que está allá arriba en la palma;
si el telón de fondo verde
encabrita los caballos
¿cómo dar caza a la palma?

En la sabana todo parece verde,
pero esa palma !oh, esa palma!

1962

sábado, 17 de noviembre de 2007

La gran puta

Para Oscar Hurtado

Cuando en 1937 mi familia llegó a La Habana
–uno de los tantos éxodos a que estábamos acostumbrados–
mi padre –como tenía por costumbre sanguínea–
se dio de galletas y se puso a echar carajos.
Llegaron exactamente a las diez de la mañana
de un día de agosto mojado con vinagre;
antes de ir a esperar el Santiago-Habana
tomé un jugo de papaya en Lagunas y Galiano, y como el deber se impone al deseo perdí a un negro que me hacía señas con la mano.

Por esa época yo tenía veinticinco años
y toda la vida resumida en la mirada;
años mal llevados porque el hambre no paga:
"Virgilio --me decía Oscar Zaldívar--
no te alimentas lo suficiente. Hay que comer carne..."
De vez en cuando me llevaba a La Genovesa
en la esquina atormentada de Virtudes y Prado,
donde Panchita, una italiana operativa,
le decía doctor a Oscar y a mí no me decía nada.
Las calles eran vahídos y las aceras desmayos:
En la cabeza los versos y en el estomago cranque.
Corría a la casa de empeños sita en Amistad y Ánimas
buscando que me colgaran entre docenas de guitarras,
yo, empeñado, yo empeñando un saco viejo de Osvaldo
para trepar jadeante la cazuela del Auditórium
a ver "El Avaro" de Molière que Luis Jouvet presentaba.

Era La Habana con tranvías y con soldados
de kaki amarillo, haciendo el fin de mes
con los pesos de los homosexuales;
entre los cuales, en cierta manera, me cuento,
es decir, en mi humilde escala: no osaría ponerme
a la altura de La Marquesa Eulalia, del Pájaro Verde,
de Jarroncito Chino, de la Pulga Lírica y del Marqués
de Pinar del Río, y aunque una noche, en el Don Quijote,
bailé sobre una mesa disfrazado de maja,
mi alarde palidece ante la magnificencia
del Pájaro Verde dejándose degollar en el baño.

Según se mire eran tiempos heroicos, tiempos
que fueran cantados por guitarras alcoholizadas,
palabras tremendas que eran pronunciadas
con el filo de un cuchillo, mientras allá,
en Marte y Belona, los bailadores realizaban
la confusa gesta del danzón ensangrentado.
Esta gesta alcanzaba proporciones épicas
en el Cuchillo de San Miguel: allí Panchitín Díaz
le decía con su voz aflautada a la putica debutante:
“Muchacha, tienes toda la vida por delante...”,
y dando dos pasos se metía en la barbería de Neptuno
para entablar un diálogo funambulesco
con la corpulenta Albertino, que se hacía afeitar
una barba imaginaria.

Una noche en El Prado, con su pedazo de cielo
particularmente convulso sobre leones de bronce verde,
sobre leones que temblaban al paso del
Emperador del Mundo --un negro tuberculoso con
el pecho constelado de chapitas de Coca Cola--,
se comentaba con terror manifiesto
la frase ciceroniana de la mujer que se tiró
bajo las ruedas del automóvil de Lily Hidalgo de Conill:
“¡Habana, ábrete y trágame!”
Pero La Habana se hizo aún más rígida
para que ella pudiera ir hasta Colón sin baches,
para que esa noche las putas chancrosas
hicieran buenos pesos y para que lloraran los
sentimentales, entre los cuales también me cuento,
al extremo que podría ser nombrado presidente de
los sentimentales, y ahora precisamente recuerdo
al hombre que vi matar junto a la estatua de Zenea
con su mano convulsa aferrada al seno de mármol
de la mujer que eternamente lo acompaña.
Me pareció que llegaba el Apocalipsis,
pero justo en ese momento oí: “¡Maní tostao, maní!”
y metían por mis ojos anegados en lágrimas
un cucurucho de voluptuosidad cubana.

Mi amiga, la Muerta Viva, una puta francesa
que recaló en Sagua allá por el veinticuatro
compraba todos los días el periódico para
ver si en la Crónica Roja aparecía muerto
el cabrón, decía ella, que la dejó plantada en Sagua.
Pero como la vida manda, seguía abriendo las piernas
sin sentimentalismo de ninguna clase.
Yo, que mi destino de poeta me impidió la putería
soñaba persistentemente con abrir las mías:
cuando el hambre aprieta, sueños monstruosos
se perfilaban en cada esquina, monedas del tamaño de
una casa me caían encima, y todo terminaba
en una frita deglutida al compás de
“Bigote de gato es un gran sujeto...”
Sin embargo, pensaba en la inmortalidad
con la misma persistencia con que me acosaba
la mortalidad, porque aun cuando viéndome
forzado a escuchar “la inmortalidad del cangrejo”
y ver al tipo pálido sentado en el café de
los bajos de mi casa, con un palillo en los
dientes y un vaso de agua sobre la mesa
pensando en las musarañas, yo me aferraba
a la mentira piadosa siguiendo al mismo
tiempo con la vista los sándwiches de pierna
que rechinaban en mis tripas.

Suaritos anunciaba a Ñico Saquito,
Toña La Negra quebraba la luna con su voz
de tortillera mejicana, Batista daba golpetazos
en Columbia, Patricia la Americana se momificaba
en un disco y Daniel Santos galvanizaba los solares.
Claro está, en la ciudad del sol constante
los fantasmas acostumbraban salir a plena luz:
los he visto acompañándome por Monte y Cárdenas
el día del entierro de Menocal, con ron peleón,
porque de eso el general prodigó, enchumbó, anestesió
y el champán para él y Marianita en París.
“Querida, me dijo Jarroncito Chino, hoy todo el mundo
está jalao, haremos ranfla moñuda,
ya el General templó lo suyo y nosotras moriremos
con un troyó papá bien grande adentro”
Así murió efectivamente. Destino cumplido,
vida realizada, strip-tease de pelo en pecho,
sacando palanganas de agua de culo.
Cuando se la llevaron había un Norte de
tres pares de cojones.

Estos son los monumentos que nunca veremos en
nuestras plazas, amorfa, sí, amorfa cantidad
de donde extraigo el canto, en cualquier parte,
bajando por Carlos III que entonces tenía bancos,
escuálido, tembloroso, con mi amorosa Habana
siguiéndome los pasos como perro dócil
entre años caídos retumbando como cañones
dejando la peseta en casa de la barajera
para saber ¿para saber? si mañana entraré
en la papa... Un pelado en el Mercado Único,
un guarapo en el Mercado del Polvorín,
siempre avanzando, en brecha mortal,
buscando la completa como se busca un verso,
¡oh inacabables calles, oh aceras perfumadas
con orine! ¡Oh hacendados con pañuelos
imprendados de Guerlain, que nunca
me pusieron casa!

Solo en mi accesoria haciendo mis versitos
veía pasar La Habana como un río de sangre:
y como una puta más del barrio de Colón
los contaba de madrugada como si fueran pesos.


1960

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Toña La Negra




Ñico Saquito



Daniel Santos

viernes, 19 de octubre de 2007

La montaña

La montaña tiene mil metros de altura. He decidido comérmela poco a poco. Es una montaña como todas las montañas: vegetación, piedras, tierra, animales y hasta seres humanos que suben y bajan por sus laderas.
Todas las mañanas me echo boca abajo sobre ella y empiezo a masticar lo primero que me sale al paso. Así me estoy varias horas. Vuelvo a casa con el cuerpo molido y con las mandíbulas deshechas. Después de un breve descanso me siento en el portal a mirarla en azulada lejanía.
Si yo dijera estas cosas al vecino de seguro que reiría a carcajadas o me tomaría por loco. Pero yo, que sé lo que me traigo entre manos, veo muy bien que ella pierde redondez y altura. Entonces hablarán de trastornos geológicos.
He ahí mi tragedia: ninguno querrá admitir que he sido yo el devorador de la montaña de mil metros de altura.

1957

Tomado de El que vino a salvarme (1970)

viernes, 28 de septiembre de 2007

Un experimento feliz

Cuando Luis XVI, hacia el final de su largo reinado, recibió al primer embajador persa en la Galeri des Glances, las damas y caballeros allí congregados se sonrieron discreta pero burlonamente. Para esa sociedad versallesca la cultura terminaba en los límites de Europa; un paso más allá todo se tornaba bárbaro. No es de extrañar, pues, que encontraran bizarre a ese magnífico embajador que se presentaba con ropas y estilos antiversallescos.
Ahora, un grupo de actores norteamericanos negros acaba de presentar "credenciales artísticas" con un ceremonial y una pompa también muy suyos. Esperamos que ante Carmen Jones no se repitan las risas, discretas pero burlonas de los refinados... Esperamos que nadie se queje de que tal filme es antiBizet, de que Carmen Jones es negra en vez de ser rosada y nacarada, de ser América y no Europa, en fin, de ser bizarre y no naturel.
Precisamente, para no hacer más una Carmen Jones bizetiana avant a lettre, sino negra y no mediterránea, de Chicago, y no de Sevilla; en una palabra, para no repetir tonta y estérilmente el libreto romántico, su director Otto Preminger, "vistió" el filme con situaciones y ropas que pudiendo parecer bizarre son, en el fondo, naturales y espontáneas.



El tema de Carmen puede darse en cualquier día de la historia. En cualquier momento una "hirsuta moza" puede prender la llama del amor y del deseo en el pecho de varios hombres y llevarlos al abismo de la desesperación. Es posible que Otto Preminger conociera de algo parecido ocurrido en Chicago. También es posible que le pareciese eficaz tipificar ese oscuro drama de Chicago con la Carmen de Bizet.
"Oh, pero proceder así es hacer papel de exquisito", diría un doctor en naturalismo. Sin embargo, también la naturalidad puede ser exquisita, a condición de que todo siga siendo y siga pareciendo natural. Este director consiguió que su exquisito procedimiento resultase naturalísimo; y tanto, que al terminar el filme nos acordamos más de Carmen Jones que de Carmen la cigarrera. No podemos dejar de plantearnos esta pregunta: ¿Pero es que existe otra ópera que trata el mismo asunto de Carmen Jones? Y esta otra pregunta: Bueno, si "hay que ir" a escuchar Carmen (como al médico, debemos también ir a la ópera)¿por qué no Carmen Jones?
Prosiguiendo con la naturalidad... Es de sobra conocido que el espectáculo más antinatural del mundo es el género "ópera" en lo que se refiere al argumento. Casi estallamos en risas cuando presenciamos las situaciones dramáticas en una ópera como Wozzeck, de Alba Berg -por otro lado tan sublime. Muchos espectadores terminan por cerrar los ojos y abandonarse al éxtasis de la música. Es que, por lo general, en toda ópera el libreto es sólo una carrilera por la que debe correr la música con paso avasallador. Los personajes que se mueven en escena son todo menos seres humanos. ¿Lunáticos, marcianos, óperos...?
Carmen Jones salva ampliamente hiato tan risible. Como el cine tienen campo de acción mayor que el teatro (Menotti ha salvado en lo posible el hiato en sus óperas), Preminger puede "naturalizar y humanizar" las situaciones en Carmen hasta el punto de que nuestros ojos, al contrario de lo que ocurre con la ópera usual, se van abriendo y abriendo como si no quisiesen perder ni una partícula de lo que está pasando en el liezo de plata.



¿Y música? !Ah, no os asustéis! En Carmen Jones la música resulta tan natural y humana como los personajes y las situaciones. Ella nos muestra que un ser humano puede seguir siendo perfectamente humano a pesar de que exhale sus quejas cantando una patética romanza en un paisaje de égogla, como en el caso de Joe en presencia de la rosa que le envía Carmen.
Finalmente, si Carmen Jones es, según los entendidos y los expertos, un "experimento", entonces nosotros, tomándoles la palabra, nosotros que no somos ni expertos ni entendidos, nos permitiremos ir más allá: con Carmen Jones se invita a los compositores del género a desechar el escenario por la pantalla. El "ropaje" no dejará por ello de ser quintaesencialmente artístico, y la vida proseguirá siendo armoniosamente natural.

1955

viernes, 14 de septiembre de 2007

Se impone una desfosilización del pensamiento

Decir del pensamiento y de su figura (la palabra) que están fosilizados, es un lugar común. En cambio lo que no se sabe del todo es cómo se ha llegado a la fosilización.
A primera vista parecería que el lenguaje estuviera más vivo y actuante que nunca. Los incesantes avances en el campo de la cibernética y de la astronáutica (por no citar más que dos de las nuevas tecnologías) han incorporado al lenguaje nuevos términos y palabras. Algunos de ellos se inscriben ya en el lenguaje cotidiano. Aun cuando se cometa barbarismos es cada vez más frecuente el uso de verbos como detectar y radarizar. Pero este aparante enriquecimiento del lenguaje es, paradójicamente, signo de su extenuación. Un lenguaje que en el momento presente se encuentra en su etapa de fosilización, habiendo alcanzado el punto más alto en su desarrollo, ha dejado, por su misma funcionalidad, de ser operante. Y cuando un lenguaje deja de ser operante, deja de ser un medio de comunicación entre los hombres. Hoy día padecemos de babelismo, enfermedad de la que pocos se percatan, y a todos consume. Para que nuestra vida cambie (por inoperancia del lenguaje nuestra vida es sólo aparencial) debemos consecuentemente cambiar el lenguaje, y cambiarlo para desbabelizarlo. Se impone pues una desfosilización del pensamiento.
Mitridades, rey del Ponto, logró inmunizarse contra el veneno, recurriendo al propio envenenamiento paulatino. Tal técnica heroica es conocida por mitridatismo. En el caso que nos ocupa, mitridaticemos el babelismo reinante recurriendo al propio babelismo. ¿Y cómo? Pues instaurando un nuevo lenguaje, que desprovisto de todo sentido lógico conocido, adquirirá uno al uso. Con tal disposición, las palabras muertas irán siempre a sus tumbas, y las nuevas abrirán a la mente humana insospechadas posibilidades de expresión. Así surgirán nuevas filosofías y nuevas literaturas, nuevas ciencias. Parecerá un disparate, y no lo es tanto si nos detenemos a pensar que la sabiduría llega a hacerse tan sabia, que en un momento dado de su desarrollo para en tontería.

Fragmento de Contra y por la palabra (1969)

miércoles, 29 de agosto de 2007

Tres elegidos

Pienso en tres grupos humanos de elegidos. Pienso en el judío, en el homosexual y en el artista. Los tres excecrados, perseguidos, apedreados... La masa no tolera pueblos elegidos, sexos elegidos ni mentes elegidas. Y tiene razón. Su razón es, como se dice en la filosofía clásica, razón suficiente.
Resulta en extremo curioso que tanto el judío, el homosexual como el artista no tengan reparos en sumirse en la masa, y en ser masa ellos mismos. Esta suprema aspiración, representaría el cese inmediato del terror en que viven. Ser aceptados; y más, ser olvidados; y más aún, ser el olvido mismo. De arribar a esta meta, oirían músicas celestiales.
Si la masa experimenta a estos seres como elegidos; ellos, por su parte, no se sienten como tales. Realizan demostraciones de buena voluntad, y por un momento parece que serán aceptados. Al final, siguen siendo elegidos. Eterna histroia del aceite y el vinagre encerrados en una botella.
De los tres elegidos, el judío es el más elegido. No sólo ha sido elegido por la masa, sino que ha gritado en voz alta su elección nada menos que por Dios. Es también el que más se cree ajusticiado por la masa, el más interdicto.
En grado de elección, lo sigue el artista. Aunque este elegido participa de la mente universal, tiene la infinita desgracia de presentarse como ente particular. Y para expresar a la masa, se ve obligado a ser el artista particular. No se negará, sin duda, que entre el fotógrafo y el grupo, existe una tierra de nadie.
El homosexual es, entre estos elegidos el más masivo, el que más podría asemejarse a la masa. Una capa de erotismo lo protege y en algo lo comunica con la masa, sexual y erótica ante todo. Un homosexual será, en lo posible, bien recibido, si tiene la fortuna de mostrar la parte de su erotismo que flúctua entre el sexo desenfrenado y el grotesco más crudo. Se dice que la masa heterosexual y las prostitutas adoran a los homosxuales de ese lado de la ribera.
Recuerden que siempre un pajarito acompaña al caimán o al rinoceronte. Pero no olviden que el pajarito puede ser aplastado.
Por último, cuando el judío, el artista y el homosexual se reúnen en una sola persona, se puede hablar del horror absoluto: el cordero tricéfalo.

1945

lunes, 6 de agosto de 2007

Paseo del caballo

Encanta el caballo viniendo de flanco,
el caballo con sus cuatro cascos provocando la tierra;
encanta en las mañanas con descargas de fusilería.
Pero advertid que el caballo no comparte nuestra admiración.

El caballo es llevado por su carne
y lo que de él se mueve en un espacio es su forma:
su forma que podría ser o una flor o un guante.
El caballo ocupa un espacio más su relincho.

Encanta el caballo cuando caracolea.
Estas suertes gentiles son la desesperación en sí mismas;
si el caballo quisiera caracolear nada más que para sí
tendría que caracolear y permanecer cosido al suelo.

Pero el pueblo es cruel y le encanta el caballo
en las mañanas con el asfalto mojado por el rocío.
Un latigazo, y el caballo avanza piafando.
Pero el pueblo ignorará siempre que el caballo
no sabe que él es un espectáculo matinal.

!Mirad cómo avanza un caballo llevado por su forma!

1945

domingo, 5 de agosto de 2007

Sexualidad y Machismo

Suponiendo que el hombre se componga de carne y espíritu (y digo suponiendo porque a estas alturas de la civilización nos constan poquísimas cosas) sería oportuno hacerse la pregunta, con vistas al cubano: ¿Qué predomina en éste, la carne o el espíritu? Aunque tales preguntas resultan bastante gratuitas y se parecen a esa pregunta “Si usted estuviera en un naufragio y sólo pudiera salvar a una persona, ¿a quién salvaría usted, a su madre o a su hijo?”, no obstante y dada la desbordante sexualidad del cubano me parece que no está fuera de lugar preguntarse si en el mismo predomina el sexo sobre espíritu o éste sobre aquél.
A reserva de un cambio de frente, el cubano se compone de mayores partes de carne que de espíritu. Por carne entendemos, naturalmente, lo sexual.
En Cuba todo está regido por el sexo, y Cuba tiene sexo para regalar. Fijémonos en la anatomía del hombre y la mujer cubanos: en la mujer, caderas anchas, listas para ponerse en movimiento y comunicarlo a los glúteos; en el hombre caderas salientes que centran el movimiento hacía el sexo. El acto de caminar de está mujer y este hombre, es además de cruzar la calle, una demostración sexual, y diría que una provocación. Dicho en chuchero, mujer y hombre caminan siempre "en su salsa". Y en esta salsa van muchos picantes: afirmación de la machería o la mujería, invitación a la horizontalidad, miradas provocativas en ellas, y miradas posesivas de él (preludio al orgasmo). He aquí cómo entendemos la cortesanía, y he aquí nuestro minuet. A propósito de baile... el cubano baila todo el tiempo; pero entendamos: el baile es consecuencia de lo sexual.

"Romería", Obra de Cundo Bermúdez

Le bailan los ojos, las caderas, las manos, el pecho, y por supuesto las piernas ¿Qué hace el cubano cuando se excita con un chiste, cuando le cuentan algo verde, cuando se siente feliz?
Pues en seguida inicia con todo el cuerpo un paso de baile: los pies se ponen en movimiento, brazos y manos se agitan en el aire, y enseguida, una sonrisa de complicidad sexual aflora a su cara.
Por otra parte, no es azar si el hombre nuestro prefiere la abundancia carnal en la mujer. Como él mismo se encarga de afirmar: "odio los pescaos". Esto ha dado por resultado un tipo de belleza criolla a base de enormes glúteos, enormes senos y enormes muslos. Cuando una mujer se presenta en el ruedo sexual con tales atributos, el galán cubano exclama:"Que santa estas, mi vid..".
Se ha dicho, por supuesto, que sin base alguna, que nuestro pueblo es voluptuoso. La voluptuosidad es una complicación y una exquisitez del espíritu que todavía desconocemos. El placer en Cuba es directo, sin mediaciones, muy lejos de la ansiedad y angustia en que pueden caer dos almas debido a los complejos, traumas, etc. Por el momento en el terreno del placer nuestra meta es la cama. Llegar a ella con pocas palabras, - sólo las necesarias para ponerse de acuerdo-refocilarse, vestirse de nuevo y planear una nueva aventura una hora más tarde, es un arte que el cubano ha llevado a su mejor perfección. Pero sólo hasta ahí. Lo puramente mental, lo que no está contenido en la simple superficie de la piel, no cuenta, más todavía: no lo comprende. Si a un cubano le contaran lo que fueron la Cortes de Amor de la Edad Media, si le dijeran que en los siglos XVII y XVIII las damas italianas tenían un acompañante platónico que recibía el apelativo de "chichibeo", en fin si lo pusieran a leer la Princesa de Cleves, estallaría en risa y exclamaría: mi socio, cómo perdía el tiempo esa gente.
En este pasaje del sexo examinemos la letra de nuestras canciones populares. El 90% de las mismas tienen el sexo por tema, y no exageraría si dijera de modo descarado. Recuerdo ahora dos canciones de hace 20 años: "La pintura blanca" y la "Cachimba de San Juan". En ambas, con colores subidos, casi expresamente, se hablaba de sexo y sólo de sexo, expresado grotescamente y sin el menor miramiento. Esas canciones venían a ser como la Apoteosis de una pornografía barata. En lo que respecta a las que se componen en nuestros días, no hay diferencias con las precedentes y a veces hasta las superan en su desnuda sexualidad.
Es posible que otros pueblos sean tan sexuales como el nuestro, y a caso lo superen, pero no conozco ninguno en donde la vida sexual se ponga mas de manifiesto: lo vemos en ese pueblo que sigue las comparsas y que baila frenéticamente su estela, procurando al espectador la sensación de un orgasmo colectivo; está presente en el sempiterno piropeador (dicen que heredado del español pero aquí corregido y aumentado); en los chistes, de los cuales el 99% son puramente sexuales.
No hay que olvidar, que por el momento el cubano vive la vida de los sentidos. A ello lleva el clima, la falta de sentimiento religioso (el cubano, Católico o brujero, apela a los santos o divinidades negras para resolver puras cuestiones terrestres); también en cierto sentido práctico de la existencia, a tono con esa falta de religiosidad, y que lo sitúa en el presente más inmediato. Es archisabido que el cubano piensa poco o nada en el futuro, tanto en el aspecto puramente económico como en ese otro más complicado de su destino como ser humano. Recuerdo ahora la letra de una canción: “La realidad es nacer y morir, a que llenarse de tanta ansiedad”. La escuche por primera vez en Santiago de Cuba, en tiempo de cha-cha-cha bailado frenéticamente por ocho o diez personas. En esas caras sólo había sexo, aquendidad, minuto presente y obtención, fuese como fuese del placer.


Pintura de Elio Rodríguez

A tono con esta preeminencia sexual, tenemos el machismo. ¿Cómo entender ese machismo? ¿Es sólo pura fachada, mecanismo de defensa, o es, por el contrario, constitucional, metido en nuestras entrañas, sentido?. No creo ni lo uno ni lo otro. Es tan sólo, y ya es bastante, una resultante del sexo, su precipitado. El cubano no es agresivo, no es matón; tampoco es, como se ha dicho, sádico. Que Batista tuviera a su entera disposición diez o doce matones sádicos no quiere decir que el pueblo de Cuba practique el sadismo. En cambio si es engallado y en todo momento hará gala de su machería . No conozco otro pueblo en Latinoamérica o Europa que, como el cubano, lleve constantemente la mano hacía su sexo. Lo hace al sentarse en una silla, en la guagua, en un velorio. El no puede prescindir de ese gesto, que ha conformado ya una segunda naturaleza, y es también, la afirmación tajante de su condición de varón. Pero hay más: en ese llevarse la mano al sexo está implícita la invitación al placer, que nuestro hombre, de manera espontánea y automática, ofrece generosamente.
La otra cara de está moneda sexual, es decir, el aspecto negativo de nuestra sexualidad, está dada por la monotonía que supone la vida tomada unilateralmente. Este sexo a secas, este sexo que no requiere puentes, asideros. Y conjuntamente lo es también su añadido- chistes, canciones, alusiones, fiestas, etc – Es axiomático que si la actividad sexual no está matizada por el elemento imaginativo, a pesar del brillo súbito y esplendente de su llama, termina por apagarse prontamente. Nosotros estamos en un estadio sexual lindante con lo primitivo, estadio que tiene su valor y en el cual se dan logros y malogros. Pero no hay que inquietarse. Decía Macedonio Fernández hablando de los Argentinos: “cuando empecemos con el espíritu seremos muy interesantes “. Y así seremos nosotros los cubanos.

1960

domingo, 29 de julio de 2007

Nunca los dejaré

Cuando puso los ojos en el mundo,
dijo mi padre:
"vamos a dar una vuelta por el pueblo".
El pueblo eran las casas,
los árboles, la ropa tendida,
hombres y mujeres cantando
y a ratos peléandose entre sí.
Cuántas veces miré las estrellas.
Cuántas veces, temiendo su atracción inhumana,
esperé flotar solitario en los espacios
mientras abajo Cuba perpetuaba su azul,
donde la muerte se detiene.
Entonces olía las rosas,
o en la retreta, la voz desafinada
del cantante me sumía en delicias celestiales.
Nunca los dejaré -decía en voz baja;
aunque me claven en la cruz,
nunca los dejaré.
Aunque me escupan,
me quedaré entre el pueblo.
Y gritaré con ese amor que puede
gritar su nombre hacia los cuatro vientos,
lo que el pueblo dice en cada instante:
"me están matando pero estoy gozando".

1962

Himno a la vida mía

Loco de contento
me echo por esas calles,
huelo el perfume de la noche,
y grito: !Estoy vivo!
¿Acaso no se percatan?
Abro mi camisa, llevo la mano al corazón:
Oigan cómo late... No importa hasta cuando.
Ahora vivo en medio de la calle,
y estoy de fiesta.
Mientras viva seré inmortal.
Si toco mi corazón,
es como si lo tocara eternamente.
Tan vivo estoy, que la historia
desfila ante mi vista,
y puedo acompañarla en su incesante marcha,
haber sido, ser y llegar a ser.
La sangre bulle en mis venas.
Cumple una y otra vez su ciclo,
y a la vida me aproxima más el tiempo.
Mía solamente, eterna en su bóveda celeste.
A este brazo que alzo, a esta boca que sonríe,
poder humano ni divino podrán darles
cristiana o pagana sepultura.
Desafían el negro boquete del sepulcro.
Aves de una especie desconocida,
sobre el polvo se encaminan intrépidos
hacia los mágicos espejos
donde la infinitud del tiempo
al hacerlos temporales, los reflejará en su pura esencia:
un brazo y una boca en mitad del planeta.
Obtener esta victoria,
es al confirmación de estar vivo,
vivo siempre, abandonado
mi cadáver futuro,
para hablar con mi cuerpo y decirle: !Aleluya!

1976